“A veces damos por sentado tantas cosas que olvidamos agradecer. Yo que nací en una Islita tropical y que cada día era como una primavera o un verano permanente, ahora resido en un lugar donde las Estaciones del año me invitan a ADORAR. Hoy me dispuse a disfrutar del concierto matutino de los pájaros y mi corazón comenzó alabar a Dios con humildad por Su Maravillosa Creación”.
Comencé este tema mencionando un rasgo importante que debe ser cultivado en nuestro carácter y es la humildad. “La humildad es un diseño perfecto porque coloca en la correcta perspectiva nuestro imperfecto corazón de suegras en contraste a la Soberanía y Perfección de nuestro maravilloso Dios”. Reconocer la importancia de la humildad en nuestra vida nos ayudará en la incesante búsqueda de la santidad como hijas de Dios. En nuestro rol de suegra, muchas diferencias aflorarán tanto en la crianza de nuestros nietos como en otros aspectos del diario vivir. Por lo expuesto, desde el comienzo de mi libro "Suegras para la Gloria de Dios" somos exhortadas que nuestro rol de “suegra” no sea un trazo aparte del de mujer cristiana. Precisamente, como mujeres cristianas debemos estar conscientes del maravilloso atributo de la humildad ya que coloca nuestro corazón en la perspectiva correcta ante lo que somos delante de un Dios Soberano y Perfecto. Las Escrituras nos llevan a colocarnos un corazón humilde ante nuestros semejantes. Dios nos exhorta que amemos con humildad y perdonemos todas las ofensas.
“Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. (Colosenses 3:12-13)
Por lo tanto, colocar nuestros corazones en una posición de humildad traerá Gloria a Dios ya que permitirá que vivamos dándole el valor a la sangre de Cristo que fue derramada por nosotras.
Hermosa realidad y consejo bíblico para seguir nutriendo nuestra vida espiritual y como hija de Dios.